Zambullirse en el agua fría no está exento de riesgos, por lo que es importante seguir algunas normas básicas de seguridad. El agua muy fría extrae el calor del cuerpo con extrema rapidez, y una vez que la temperatura corporal baja a unos 30 °C, el corazón puede pararse. Esto hace que la hipotermia sea potencialmente mortal, y puede producirse más rápido en el agua fría de lo que la mayoría de la gente cree.
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Debes comportarte en consecuencia y no prolongar demasiado el tiempo de las zambullidas en frío, sobre todo como principiante. La inmersión en frío no es una competición; no tienes que demostrar nada a nadie. Sal si no te encuentras bien, te duele demasiado o tiemblas mucho.
Eso no significa que no puedas disfrutar de los beneficios de sumergirte en frío. Simplemente significa que debes abordarlo con cuidado, escuchar a tu cuerpo y seguir algunas precauciones esenciales.
Condiciones de salud a tener en cuenta
Ciertas afecciones médicas requieren precaución adicional:
- Hipertensión arterial: La inmersión en frío puede provocar un aumento temporal de la tensión arterial, sobre todo al principio. Si ya padeces hipertensión, consulta antes a tu médico. Relativamente muchas personas viven con hipertensión, que se ha convertido en una enfermedad muy extendida (casi el 30% de la población está afectada).
- Enfermedades cardíacas y vasculares: Tampoco es buena idea meterse en una bañera de hielo si tienes una enfermedad cardiaca o vascular. Esto se debe a que los vasos sanguíneos están sometidos a mucha tensión y necesitan funcionar bien, igual que el corazón, que tiene que bombear mucha más sangre por el cuerpo. A veces hay enfermedades no reconocidas de las que ni siquiera eres consciente y aún no han sido diagnosticadas. Por eso tiene sentido que todas las eventualidades sean revisadas por un médico de confianza.
- Diabetes: La inmersión en frío tampoco se recomienda a las personas con diabetes grave. Una zambullida en frío puede tener un efecto positivo en los niveles de insulina, pero como la diabetes varía en tipo y gravedad, lo mejor es que consultes con tu médico si es seguro para ti.
Dado que algunos problemas de salud no se diagnostican, es aconsejable que los principiantes consulten a un profesional sanitario de confianza antes de empezar a sumergirse en frío.
Entrar y salir despacio
En cualquier caso, debes entrar en el agua despacio (¡esto es muy importante!) y salir también despacio. De lo contrario, incluso un corazón sano puede verse abrumado, y corres el riesgo de sufrir un infarto. Así que nunca te tires al agua, ¡corres el riesgo de sufrir un shock por frío!
Elige lugares seguros
- Prefiere las aguas tranquilas: Los lagos y estanques suelen ser más seguros que los ríos. Puede que no estén tan fríos como el agua corriente, pero normalmente no tendrás corrientes embravecidas. También debes tener siempre cuidado de no alejarte demasiado de la orilla y evitar por completo las orillas escarpadas. Especialmente cuando salgas, te sentirás húmedo, tus movimientos estarán restringidos y a veces puede que te duela. En este sentido, no deberías prolongar innecesariamente el tiempo si ya estás planeando salir.
- Cuidado con las corrientes: Incluso en lagos y estanques, a veces hay corrientes que pueden arrastrarte o impedir que vuelvas a salir rápidamente.
- Seguridad en el hielo: Si te sumerges en lagos helados, nunca nades bajo el hielo. La desorientación hace que sea fácil perder la orientación y no salir a la superficie.
Qué hacer si te metes en problemas
Si te ocurre algo y no puedes salir del hielo, sigue estos pasos:
- Mantén la calma y la cabeza despejada: ésa es la mejor manera de salir de la situación.
- Intenta conservar el calor moviéndote despacio; evita los zarandeos innecesarios.
- Llama la atención – pide ayuda si es posible.
- Intenta llegar rápidamente al hielo o a la orilla. Levántate o rueda sobre el hielo en lugar de permanecer de pie.
- Si se rompe el hielo, gatea o utiliza los codos para abrirte paso hacia la orilla.
- Controla tu respiración y resiste las bocanadas de aire.
- Nunca te rindas, ¡aunque te duela! La persistencia puede salvarte la vida.
Conclusión
Zambullirse en el agua fría puede ser seguro y gratificante si se hace con responsabilidad. Conoce tu estado de salud, entra en el agua con cuidado, elige lugares seguros y respeta siempre los riesgos.
Recuerda: no es una competición. Sal en cuanto te encuentres mal, sientas un dolor extremo o un escalofrío incontrolado.
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